MEMORIAS MERCEDENSES
EL PROFESOR HELENO TOLEDO Y LA TRIFULCA EN EL
RESTAURANTE DE MANUEL TORRES POR UNA PARTIDA DE AJEDREZ.
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
1
En profesor Heleno Toledo era español de las islas
Canarias; y se afirma que esta gente debe su carácter peculiar a la mezcla de
tres continentes:Tienen la cabeza en
España, el corazón en América y el cuerpo en África.
Toledo era alto, de constitución física normasténica y
con algunas canas. Usaba lentes con montura negra muy gruesa, portaba un
maletín marrón de cuero desgastado. Bajo sus axilas cargaba libros que
apuntaban para todos los lados, y entre los dientes llevaba siempre una enorme
pipa.
Cantaba el Himno Nacional con gran fervor y reprendía
a los que solo movían los labios porque no se sabían la canción patriótica.
2
En segundo año de bachillerato, en el Liceo Pedro
Itriago Chacín, Toledo nos impartía clases de Historia Universal y Educación
Artística.
La Historia Universal, Toledo la relataba como un
cuento. ¿Por qué los militares se afeitan? Porque barba agarrada, cabeza
cortada.
Sobre la Edad Media nos decía que no era tan mala,
como dicen, porque se inventó la cucharilla y antes se comía a mano "pelá".
También se inventó la sábana, y ya no debías cubrir tu cuerpo con heno en las
noches frías.
Un día nos habló del derecho medieval de pernada: la
primera noche de bodas, el señor feudal se llevaba a la novia para su cuarto.
Por eso cuando veo “Corazón valiente” (1995), la película de Mel Gibson donde
se ventila este asunto, entre otros temas, en mi mente resuenan las palabras de
Toledo.
3
En las clases de Educación Artística, debíamos dibujar pinturas y escultura del
manual, y cuando alguien decía que no sabía dibujar, Toledo afirmaba que todos
debíamos dibujar porque lo que vale es
la intención, y con cualquier mamarracho se podía obtener buena nota.
A mi, una vez, me correspondió pintar un escribano
egipcio; y a pesar de que no sé pintar nada, me dijo que estaba muy bueno.
4
Heleno Toledo al entrar al salón encendía su pipa,
cuyas bocanadas de olor a chocolate se expandía por todo el salón. Un día, un
estudiante le dijo:
—Profesor, el humo de su pipa me hace daño.
A lo que Toledo contestó inmediatamente.
–Entonces, sálgase del salón, porque yo, por nada del
mundo, dejaré de fumar.
Aquellos era tiempos cuando no existían esas tablillas
triunfalistas de que este es un territorio libre de humo.
5
Los interrogatorios de Toledo eran sumamente estrictos
A quienes no contestaban correctamente, les espetaba:¡Tienes esto!, mientras
unía el pulgar con el índice para configurar un cero.
También podía recurrir a epítetos insultantes hacia
los que él suponía malos estudiantes. Unas de sus palabras preferidas en un
interrogatorio era “mentecato”. Otra era
“caracuarteada”, en alusión al acné juvenil que algunos estudiantes padecían.
6
Un día Heleno Toledo preguntó:
—¿Quién sabe jugar al ajedrez?
Yo fui el único en levantar la mano.
Entonces, Toledo dijo:
—Vamos a jugar una partida en el restaurante de Manuel
Torres, donde yo almuerzo.
7
Toledo y yo salimos para el restaurante “Bolívar” de
Manuel Torres, y detrás de nosotros se fue casi todo el salón.
Toledo extrajo de su maletín un tablero de madera con
piezas muy viejas , cuyas figuras eran de ejércitos medievales.
Empezó el juego en medio de un absoluto silencio. Por
un tiempo las acciones estuvieron parejas. Todavía estaba fresco el Match del
Siglo entre Bobby Fischer y Boris Spasski. Yo estaba tan afiebrado con el
juego ciencia que me quedaba jugando en la plaza hasta la madrugada, y leía
libros de Capablanca, Lasker y otros grandes maestros. Mi mente estaba
fanáticamente atiborrada de aperturas, defensas y gambitos. Por eso estaba
mejor preparado que mi apreciado viejo profesor.
Se presentó una situación donde yo podía dar el toque
final. Toledo tomó un alfil, y por algún momento los sostuvo en el aire,
buscando un escaque para ubicar su pieza. Al fin lo encontró, y cuando se
disponía a colocarla, yo dije para mis adentros: ¡Está mate! Pero Durman
Rojas, uno de los muchos estudiantes del salón que nos acompañaba y que estaba, justamente, detrás de Toledo, emitió un alarido estentóreo, seguido de la interjección preventiva
correspondiente, como los que salen en las películas de terror:
—¡Cuidado!
Toledo se asustó tanto que su mano golpeó el tablero y
las piezas volaron hasta el piso. Estaba tan furioso y rojo de la ira que le
gritó: ¡Mentecato!, y hasta le mentó la madre.
El alboroto fue tanto que Manuel Torres se asomó para averiguar
qué pasaba. Alguien trató de explicarle,
pero Torres no lo dejo terminar, y le dijo:
—Esto se acabó.
Y luego emitió su acostumbrado grito de guerra¡Y punto
caraaaajoooooooo!
Imágenes
: Ajedrez con
figuras de ejércitos medievales y fotografía de las ruinas del restaurante de Manuel Torres ,de Edmundo
de Jesús Malaspina Guerra.